Apenas el sol hace un guiño de despedida,
el crepúsculo desgarra alas de mariposas
y escala la irregular arquitectura de la noche,
hasta romperse en infinitas partículas de luz
con bordes de tristeza.
Solo el mar invade tu rostro con las olas...
mientras refugio las palabras en vigilias de borrascas.
- ¿De verdad supimos reconocernos con una escueta mirada?
- Sí, tal vez fue nuestra oculta soledad
la que nos llevó a distinguirnos con tanta nitidez.
Sobre vigilias de borrascas allano arrecifes y corales,
navegando entre escarpas y acantilados
destrozo velas y trinquetes,
resistiendo el empuje del viento.
- Pasó el viento y no te vi.
- ¿Cuántos pasaron bajo las velas azules
donde el mar pierde su rastro y los recuerdos?
- Solo ráfagas desvaídas que ocultan la huida de tus huellas.
Siembro de gavias los ojos del aire.
El viento me dijo:
- Aunque mi viento no esté dentro de ti,
están mis ausencias.
Mis ausencias sobre el viento en lejanía.
- ¿Alguna vez te has detenido a pensar
en cómo se ven los sueños?
- A veces, cuando eres esa luz
que da contenidova todos mis silencios,
los percibo como una suave boca de algodón
donde deshago los nudos de tus redes.
- ¿Y los que perdemos?
- Los que perdemos viajan en la bruma
desarmados de compás y brújula
para agonizar en la arena donde enebra el olvido
su ancla sin huesos.
No sé si llegan o vuelven las gaviotas
deseosas de reposar el vuelo de las heridas de la travesía,
en los acordes del tiempo,
en el destierro de la memoria,
y abordar las aguas litorales en las que encontrar
un último puerto.
No sé si llegan, vuelven o se marchan...
solo el mar invade tu rostro con las olas.